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Me preguntaba en mi anterior posteo cómo actuar ante los que, aun produciendo resultados extraordinarios por su cuenta, no se alinean. La respuesta apuntaba a que el criterio del líder para encauzar dichos casos es el beneficio del conjunto al que pertenece.

Una colega, cuya opinión valoro, me planteó una inquietud: cómo actuar, en especial en momentos como el que transitamos, frente a los que se atreven a trasgredir, a ser disruptivos. Cómo hacer que el No, esa expresión de la admisibilidad de un líder, limite conveniente en otros tiempos, no sea hoy un obstáculo para nuevas soluciones. Considerar, por lo tanto, que las actuales circunstancias reclaman una lógica flexibilidad respecto a los criterios que nos sirvieron en otros momentos.

Simultáneamente, me encontré releyendo el mito de Narciso. Prendado de su belleza, este personaje mítico, nos sirve para caracterizar un rasgo de personalidad. Cualquiera de nosotros suele tildar de narcisista, sino a toda una personalidad, a por lo menos algunos rasgos de conductas propias o ajenas.

Lo que no todos conocemos o recordamos es que en una de las versiones del mito de Narciso participa Eco, la ninfa privada de la palabra propia por los dioses, condenada a repetir las últimas que escucha de su interlocutor. Eco persigue a Narciso cautivada por su belleza y sólo consigue su desprecio. Despechada, se refugia eternamente en una cueva mientras Narciso, tras rechazarla, se solaza con el reflejo de su imagen en las aguas que acaban por ahogarlo… en la más absoluta soledad; sin nadie a su alrededor para rescatarlo de su fatal encanto.

¿No sería más dulce, productiva y disfrutable la vida de algún Narciso de nuestros tiempos, si un líder cercano lo ayudara a librarse de esa nociva fascinación por sí mismo, a darse cuenta que lo que puede, lo puede porque fue, es y será parte de un todo, a demostrarle que sus logros serán aún más valorados si contribuyen al conjunto del que inevitablemente forma parte? A enfrentarlo, en definitiva, a un espejo que incluya al otro, a los otros, en el reflejo que le devuelve.