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¿Qué rol le cabe a un líder frente a este escenario sin precedentes?
Ensayo una respuesta: estar presente y no perder de vista que siempre hay futuro. Y comparto 3 reflexiones que pueden ayudarnos:

1- Recordemos: el liderazgo es esencialmente una relación. Si hemos hecho el trabajo medianamente bien, hemos construido vínculos fuertes, hemos atado cuidadosamente nuestros “hilos del liderazgo”. La urgencia, el miedo, la distancia que nos impone el “aislamiento social” para combatir la pandemia amenazan esa relación. Aún en la virtualidad del teletrabajo, no abandonemos nuestras rutinas de interacción; el Otro sigue allí. Desde el simple “buen día” hasta el más jugado “cómo te sentís con todo esto, hablemos”, contribuirá a que esa trama no se pierda. Con esa trama podremos responder mejor a las urgencias y exigencias del momento.

2- Please believe, these days will pass. Hace unos años tuve la suerte de asistir a la exposición de grafitis y banners de Mark Titchner que se anunciaba en Toronto con la imagen que ilustra este post. Esa frase me retorna en estas horas y me hace pensar que los días por venir ya no serán iguales a los que hemos pasado. Algunos conceptualizan esto, con razón, como un proceso de cambio. Pero al final de este proceso, algunos ya no estarán. Trabajemos entonces para salir fortalecidos aprendiendo de la experiencia vivida. Haber superado otras crisis, aunque ninguna antes de esta magnitud, alcance y riesgo vital, nos enseñó que, como líderes, nunca deberíamos dejar de construir
horizontes.

3- No subestimemos el poder de la negación. Nadie puede permanecer indiferente ante la amenaza vital que vivimos. Sin embargo, algunos pretenden relativizarla o hasta ignorarla. Esa conducta, hoy, es inadmisible. Frente a la crisis y la urgencia, los equipos necesitan estar comunicados, cohesionados y alineados de la mejor manera posible. Es importante que un líder pueda identificar el mecanismo de negación que determina la indiferencia de algunos. Como psicólogo conozco la capacidad de la negación como mecanismo de defensa; no es voluntaria ni racional. En cierto grado, nos ayuda a sobrellevar aquello que atenta contra nuestra integridad. Su persistencia generalmente esconde la imposibilidad de reconocer de qué manera el sujeto está alcanzado e involucrado en la realidad de la que forma parte activa. Ellos también necesitan atención, contención y guía. Y, si con ello no alcanza, la atención profesional se impone para evitar consecuencias nefastas e insalvables.